Se trata de una lápida rectangular, de gran sencillez, en la que la inscripción conmemorativa del difunto se desarrolla en latín, en letras capitales labradas que se despliegan en veintitrés líneas. Corresponde a D. Francisco Mateos Gago (1827-1890), Canónigo de la Catedral de Sevilla, Catedrático de Teología de la Universidad de esta ciudad y fundador de la Academia Sevillana de Estudios Arqueológicos.