Escultura de medio cuerpo que representa a San Francisco Javier según su iconografía habitual: barbado, vestido con el hábito jesuita, y ademán de abrir su sotana negra para mostrar el fuego que emergía de su corazón misionero. Se trata de un imagen que sigue el modelo establecido por un grabado de Teodoro Galaeo que ilustra la biografía de San Francisco Javier debida a Orazio Torsellini (De Vita Francisci Xaverii", Roma, 1594). En el pecho de la escultura se abre el hueco de un relicario, enmarcado por molduras doradas, que debió encerrar algún resto del santo. Por sus características estilísticas, esta imagen ha sido atribuida a Juan de Mesa. Su rostro, de clásicas facciones y honda expresividad, es característico de este maestro sus pómulos marcados, labios carnosos y tratamiento de cabello y barba, muestran conexiones con otras de sus obras. Destaca en esta imagen el tratamiento realista de las manos, que se aferran a la hermosa túnica, estofada con motivos florales dorados y dotada de plásticos plegados. Asimismo, es muy notable su expresivo rostro, de boca entreabierta y ojos extasiados que se dirigen a las alturas.
Pudo realizarse esta imagen en fechas cercanas a la canonización de San Francisco Javier (1622). Este busto-relicario, al igual que los otros nueve que se conservan en la Anunciación, formó parte, originariamente, de la antigua capilla de las reliquias de este templo, usada hoy día como sacristía. Su existencia testimonia el intenso culto profesado por los religiosos jesuitas a las reliquias de los santos, veneración impulsada por el fundador de la Compañía, San Ignacio de Loyola."