Se trata de una pintura que, acorde a su ubicación en el Sagrario, responde a un asunto eucarístico; concretamente, es una prefiguración de este Sacramento. Se trata del episodio en el que Melchisedec, sacerdote judío y rey de Salem, se dispone a ofrecer una oblación a base de pan y de vino, tras la victoria de Abraham sobre Codorlaomor, rey de Elam (Génesis: 14, 18). Sobre un fondo neutro, y a la izquierda de la composición, un personaje masculino (probablemente, el propio Abraham), arrodillado, entrega varios panes (conocidos como los panes de la proposición) a Melchisedec, que va ataviado con la indumentaria propia de un sacerdote hebraico. En el suelo, apoya la jarra de barro que contendría el vino. Según los textos sagrados (Éxodo, 25: 30), los panes de la proposición debían permanecer eternamente en la mesa de altar consagrada a Dios. Debían ser renovados cada siete días, al igual que también se renovaba la palabra de Dios, alimento espiritual de los fieles, en la celebración de la Eucaristía. Debió ser una obra ideada por los religiosos jesuitas, comitentes de este conjunto, y poseedores de profundos conocimientos teológicos. Quizá pudo tenerse también en cuenta la opinión del clérigo Roelas, autor de las pinturas de este Sagrario. Técnicamente, es una pintura ejecuatada a base de manchas cromáticas, aplicadas de forma fluida y rápida.