La escena transcurre en un interior doméstico, del que se perciben algunos muebles, captado por el pintor en perspectiva. En primer plano, a la derecha, se dispone la Virgen, arrodillada. Viste túnica jacinto y manto azul, llevando la cabeza cubierta por una toca blanca. Con la mirada baja, y la mano derecha sobre su pecho, acepta con serenidad el mensaje del arcángel San Gabriel, quien, también arrodillado, le anuncia su maternidad divina. El ángel ha sorprendido a María mientra leía un libro de oraciones, que descansa en una mesa cubierta por un tapete rojo. Delante de ésta, un hermoso jarro de azucenas, que aluden a la pureza de la Virgen. Tras Ella, se percibe un cesto con labores de costura. Detalles naturalistas como éstos muestran la destreza de Mohedano en la captación de bodegones. El bargueño que se dispone tras la mesa posee una pequeña pintura que representa a Eva tentando a Adán. Se trata de una interesante alusión al Pecado Original del que nació libre María, y que sería redimido por Cristo, a quien Ella trajo al mundo. En la parte superior, se abre un rompimiento de gloria de tonos dorados y poblado de ángeles mancebos y otros más pequeños. Dios Padre y la Paloma del Espíritu Santo, desde el ángulo izquierdo, envían un rayo de luz que cruza diagonalmente el cuadro, recayendo en María. Pequeños ángeles músicos y cantores, en la parte superior derecha, entonan alabanzas en honor a la Virgen. Todos los personajes muestran rostros serios y concentrados. La composición y figuras de esta pintura recuerdan obras de los manieristas italianos que trabajaron en El Escorial e influyeron sobre Mohedano. Especialmente, recuerda al fresco de la Anunciación que pintó Pellegrino Tibaldi para el claustro de este monasterio. Su dibujo, firme y preciso, la distribución equilibrada de volúmenes y la contención de gestos y expresiones, demuestran la pervivencia del romanismo manierista en la obra de este pintor. Se trata de una pintura que, aunque fue mencionada por Francisco Pacheco en su Arte de la Pintura como obra de Mohedano, fue atribuida al propio Pacheco por diversos eruditos. Angulo la relacionaría con Mohedano.