Pintura que representa el momento en que Abraham alza su brazo para sacrificar a su hijo Isaac, siendo su acción detenida por un Ángel. Se trata de un episodio bíblico del Antiguo Testamento que constituye una prefiguración eucarística, pues la inmolación del inocente Isaac prefigura a Cristo en su pasión y muerte. Esta pintura, perdida al igual que su compañera en el retablo, se relaciona con la iconografía de tipo eucarístico de las tablas del Sagrario-Tabernáculo al que flanqueó, ubicándose originariamente en el banco del retablo mayor.