Retablo formado por dos estructuras, una exterior que sigue la tipología de arco de triunfo que cobija un retablo interior, con banco, dos cuerpos y tres calles. Está compuesto por trece pinturas y nueve relieves, con la historia de San Juan Bautista. Se trata de un conjunto que sigue una fórmula, la de arco triunfal, habitual en la retablística sevillana de la segunda mitad del siglo XVI -recuerda a los retablos colaterales del convento sevillano de Madre de Dios- y que, por lo tanto, resulta retardataria para los años en que se realizó. Su banco está centrado por un sagrario conformado por columnas dóricas entorchadas y rematado por frontón curvo. A ambos lados de dicho sagrario se abren dos portezuelas rematadas por sendas inscripciones. Cuatro columnas corintias estructuran su primer cuerpo, mientras que el segundo se articula a base de tres edículos, rematándose los laterales con bolas y angelillos. La estructura externa que encierra este retablo se remata con un doble frontispicio, flanqueado por dos escudos con la cruz de San Juan o de la Orden de Malta. Arquitectónicamente, se trata de un conjunto que demuestra el conocimiento que Montañés tuvo de la tratadística italiana del Renacimiento. Así, el doble frontispicio de su ático remite a soluciones palladianas; y para la estructura interna del retablo se inspiró el artista en el conocido frontispicio de Los Diez Libros de Arquitectura" de Alberti. Tiene como antecedente directo, en cuanto a su labor escultórica, el retablo de San Juan Bautista de Montañés conservado en la Catedral de Lima, Perú (1607), cuyos relieves muestran idénticas composiciones e iconografías. Iconográficamente, es uno de los conjuntos sevillanos más completos de la vida de San Juan Bautista. Sus escenas pictóricas y escultóricas, compositvamente, derivan de fuentes grabadas. En cuanto a los relieves, hay que "leerlos" de arriba a abajo, comenzando por la escena de la Visitación y finalizando con la de la Degollación del Bautista. Así, el edículo que remata todo el conjunto alberga un relieve con la Visitación de la Virgen a su prima Isabel, alusión a la concepción del Bautista. Ya en el retablo interior, escenas de la infancia del Bautista se despliegan en su segundo cuerpo, centrado por El nacimiento de San Juan y flanqueado por La despedida del Bautista de su familia (izquierda) y San Juan Bautista niño en el desierto (derecha). Episodios del Bautista adulto ocupan su primer cuerpo, centrado por El Bautismo de Cristo, lo flanquean en las calles laterales, distribuidos en dos registros superpuestos, cuatro escenas de la vida del santo, que deben leerse de arriba a abajo y de izquierda a derecha: Predicación, Presencia ante Herodes, Encarcelamiento y Degollación. Las pinturas de este conjunto ocupan su banco -los cuatro Evangelistas y un San Juanito en la portezuela del sagrario- así como los laterales de la estructura exterior. En éstos, de abajo a arriba, figuran: Aparición del ángel a Zacarías, Predicación del Bautista, Salomé con la cabeza del Bautista y Traslado del cuerpo del Bautista (lateral izquierdo), El Niño Jesús y San Juanito, San Juan y los fariseos, Muerte de Santa Isabel y Aparición de Dios Padre a San Juanito (lateral derecho). Fue contratado por Juan Martínez Montañés y Juan de Uceda, en 1610, para las monjas bautistas del convento de Santa María del Socorro de Sevilla, debiendo terminarlo en el plazo de un año. Sin embargo, ambos artistas se retrasaron en sus obras -se debió al intenso trabajo de Montañés en el gran retablo mayor del convento de San Isidoro del Campo, Santiponce-, otorgando un nuevo contrato en 1618, como consta en una inscripción en el retablo, no se terminaría hasta 1620. La madera que, según el concierto de la obra, se utilizó fue borne para la arquitectura y cedro para sus esculturas. La policromía de las imágenes debía ser mate y el dorado a base de oro limpio y fino. Las labores de arquitectura y escultura fueron concertadas por Montañés en 1.775 ducados, cifra por la que también Juan de Uceda contrató la pintura y policromía del conjunto."