Se trata de una representación de San José según su iconografía habitual en el Barroco, como un hombre maduro, barbado, captado de pie, en actitud itinerante, y llevando entre sus brazos al Niño Jesús, que se muestra semidesnudo. Estilísticamente, deriva de composiciones barrocas sevillanas del siglo XVII (obras de Pedro Roldán). Dada su cronología dieciochesca, se acentúa la movilidad de las figuras y de sus ampulosos paños. Se trata de una imagen de mediano mérito artístico, con evidentes desproporciones entre la figura del santo y del hijo.